La primera vez que escuché sobre Inteligencia Emocional fue hace unos 15 años cuando trabajaba para una firma de consultoría muy importante. Parecía ser un concepto muy conocido y era siempre parte de cada conferencia o taller de liderazgo. Un concepto que comenzó a ser ampliamente discutido dentro de las grandes corporaciones, después de que el padre de la Inteligencia Emocional, el mismo Daniel Goleman, estableciera que para tener éxito es más importante tener altos niveles de inteligencia emocional (IE) que el coeficiente intelectual (CI). Y aunque estoy 100% de acuerdo con este concepto, se distorsiona cuando tratamos de definir lo que realmente significa ser exitoso, una discusión que quizá sea tema para otro blog.
Pero lo que hoy quiero realmente discutir es el concepto erróneo que algunos líderes y organizaciones tienen sobre la IE. La siguiente situación o historia personal no sucedió una vez, sino docenas de veces con líderes de organizaciones de primer nivel, y no solo en Colombia (de donde soy), sino en diferentes lugares donde trabajé, incluyendo Estados Unidos, Francia y Chile..
Historia personal sobre la inteligencia emocional
La reunión está ocurriendo, y el cliente está muy molesto; enojado. El cliente expresa su frustración porque está insatisfecho con los resultados de lo que estamos haciendo como consultores: el alcance, el presupuesto, el % de avance, etc. están fuera de control. En este caso, el “consultor principal”, mi jefe inmediato, tiene una actitud sobresaliente para manejar la reunión. El “consultor principal” calma al cliente con una sonrisa, le da algunas explicaciones y posibles soluciones y la reunión termina en buenos términos.
Después de que termina la reunión y el cliente se retira, el “consultor principal” parece estar extremadamente molesto. Está tan histérico que comienza a quejarse del cliente y a criticarlo en frente de todo el equipo de trabajo, incluso usando palabras insultantes… “Este sí es mucho…”
La falsa inteligencia emocional
Recuerdo muy bien esos momentos, porque antes pensaba que mis jefes eran los genios de la inteligencia emocional y que tenía una capacidad increíble de manejar clientes complicados. Pero hoy, luego de 4 años de trabajar en mindfulness, coaching empresarial y coaching de vida, entiendo claramente que estaba equivocada.
La Inteligencia Emocional no se trata de tener la capacidad de mentir y de fingir que todo está bien con una sonrisa, como dicen en Estados Unidos “Poker Face” o “fake it ´till you make it”. Eso realmente se llama actuación, no profesionalismo y menos liderazgo. La Inteligencia Emocional es un proceso consciente de autoconocimiento y autogestión para el desarrollo de la empatía y la compasión necesaria para que el ego no tome control sobre nuestras formas de actuar y las emociones, por nuestro propio bienestar y el bienestar de los otros. Esto no significa que nunca volveremos a sentirnos enojados o molestos, sino más bien se trata de aprender a canalizar esas emociones a través del entendimiento de nuestra mente y nuestra biología. Para empezar, es importante comprender que los millones de años de evolución que tenemos en nuestro sistema no pueden ser negados y que es imposible deshacerse de él porque me leí un libro de Mindfulness o fui a un taller de liderazgo el fin de semana. Controlar y canalizar millones de años de evolución requiere profundo entrenamiento: tiempo y esfuerzo.
¿Qué es entonces la inteligencia emocional?
La Inteligencia Emocional primero es desarrollar la capacidad de observar atentamente las emociones que afloran sin reacciones. Como les dije, seguirán aflorando como parte de nuestra condición evolutiva, y hasta el último momento de la vida. Para luego discernir sobre el CÓMO, CUÁNDO y POR QUÉ se desencadenan, y comenzar a trascender las reacciones automáticas negativas innecesarias. Tambien, se trata de conectarnos con nuestra intuición para identificar y “pescar en el aire” las emociones de otras personas, con el fin de comprender sus frustraciones y desarrollar la empatía que todo líder necesita. Finalmente, la IE se trata de responder de manera compasiva desde el fondo de nuestro verdadero ser, y no desde el ego, o dicho de otra forma, desde una mente irritada o descontrolada.
La Inteligencia Emocional nunca se ha tratado de apagar incendios, de aprender a usar escapismos para engañar a los otros o a nuestro cerebro. Se trata de comprender profundamente los motivos de estrés, enfado y la desmotivación de nosotros, de nuestros equipos y de los tantos profesionales padecen en el mundo corporativo de hoy. Para así, no sólo cambiar nuestras vidas en el trabajo, sino para aportar a los cambios que nuetra sociedad necesita para hoy para el futuro.
¿Qué puedo hacer para cultivar la Inteligencia Emocional como profesional y como líder?
Mi primera recomendación desde mis 20 años de de experiencia como empleada, profesional, líder de proyectos y ahora como coach de vida y de ejecutivos, es asimilar que la responsabilidad de los verdaderos líderes va más allá de vender y fingir sonrisas para conseguir más clientes o ser promovidos por los jefes. Los líderes, lo hayan aceptado o no, son responsables de lograr la real y auténtica motivación de ellos mismos y de de sus equipos, además de fomentar la pasión con la que trabajamos cada día.
La mejor forma de iniciar esa motivación es aprendiendo a ser responsables de sí mismos, del conocimiento de sus emociones de la autocompasión, y del desarrollo de la empatía y la compasión por su gente. Esto siempre entendiendo que los cambios profundos en nuestra Inteligencia Emocional solo se lograrán integrándolos como prácticas y en las actividades de nuestra vida diaria. En otras palabras es importante aprender a hacer doble clic en nuestras reacciones automáticas diarias, emociones y pensamientos continuos, como una práctica diaria de crecimiento personal y del desarrollo de un verdadero liderazgo.
Todos los profesionales que hayan aceptado el rol de liderazgo deben invertir al menos una hora diaria en trabajo consciente. Esto puede incluir desde la práctica de meditación y atención plena, tener un coach de vida, mantener un diario, hasta la lectura de libros de desarrollo mental y personal. Esa hora diaria podría ser el eslabón perdido que han buscado por décadas, para ahorrarles horas más en desmotivación, desconcentración y conflictos en sus vidas personales y con sus equipos de trabajo.
El cambio debe comenzar ahora
Estamos atravesando un momento sin precedentes de disrupción, cambio y transformación. La tecnología, las redes sociales, la inteligencia artificial les están dando una nueva forma al mundo de maneras imperceptibles e impredecibles. Volver a lo básico, a la interacción humana y a la comprensión de lo que realmente significa esta experiencia humana son esenciales para nuestro desarrollo personal y para el desarrollo de nuestra civilización.
El verdadero liderazgo es más necesario hoy que nunca. Las personas pasan más tiempo en el trabajo y con sus compañeros de trabajo que con sus familias o en busca de sus sueños personales. Si seguimos fragmentando lo que somos en varias personas, la de la oficina y la de la casa, el estrés, la ansiedad y la insatisfacción laboral van a ser una historia interminable en el mundo corporativo.
Fin de la historia personal
Lo irónico del asunto es que el mismo jefe histérico, incapaz de controlar su furia e irrespetuoso con su cliente a sus espaldas, es el mismo que te dice que no puedes ser promovido porque no sabes trabajar en tu inteligencia emocional.
…
Qué otras cosas puedes hacer cómo líder hoy?
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